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Por María Camila González Sua

“Acuerpar la verdad de las mujeres” fue un proceso pedagógico de juntanza de 15 mujeres para leer y apropiar el tomo Mi cuerpo es la verdad del Informe Final Hay futuro si hay verdad, de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad la Convivencia y la No repetición – CEV-. La conversación, los juegos, la activación corporal y la exploración narrativa se conjugaron para crear una experiencia vivencial de reflexión sobre los hallazgos y recomendaciones en clave de género que produjo la CEV, luego de más de 3 años de mandato.

La acción de acuerpar toma en serio la experiencia de las mujeres en su diversidad, al abrazar los dolores y las heridas en carne propia; a su vez, permite escuchar, activar sensorialmente, actuar frente a las opresiones, tejer redes de apoyo y movilizar la indignación hacia acciones que lleven a la garantía de los derechos civiles y a la transformación de los sistemas y estructuras patriarcales, coloniales, clasistas y xenófobos.

El concepto de acuerpamiento, que emerge de mujeres centroamericanas, se vuelve acción decolonial al hacer visibles las diferencias y violencias que viven las mujeres en toda su diversidad (Cabnal, 2019; Méndez, 2022). Este se articula con la perspectiva interseccional del tomo Mi cuerpo es la verdad, construido con testimonios de mujeres de distintas edades, identidades, territorios del país y diversas pertenencias étnicas. Describe las violencias diferenciales, los impactos que han vivido en carne propia las mujeres en su diversidad en el marco del conflicto armado colombiano. Plantea que las marcas de las violencias no solo persisten en los cuerpos o en la vida individual y familiar, también en las comunidades, regiones y escenarios de participación política. Asimismo, reconstruye las formas de resistencia, la juntanza, la participación en política, la organización e incidencia para la garantía de derechos de las mujeres.

En este boletín narraré la experiencia pedagógica en la que acuerpamos el informe Mi cuerpo es la verdad con las promotoras del Comité local de seguimiento a las medidas de género del Acuerdo de paz en los Montes de María (en adelante Comité) a través de la construcción de conocimientos, afectos y creatividad. También, expondré de qué manera las mujeres del Comité plantean replicar este acuerpamiento por medio de la juntanza organizativa para la incidencia, en la implementación de las recomendaciones de la CEV.

Como lideresa, este proceso me ha llevado a sanar algunas cosas que tenía guardadas que no había podido sanar. También me ha llevado a aprender en el día a día y a desaprender en el tema formativo (…) Ahora siento que podemos abrazarnos más fuerte. (Eulalia Escalante, 2023)

El proceso de acuerpar es una experiencia pedagógica en la cual los encuentros significativos y creativos permitieron activar las memorias corporales, la escucha, la conversación y la narración alrededor de los hallazgos de Mi cuerpo es la verdad. El concepto de acuerpar, o acuerpamiento, surge del feminismo comunitario territorial, particularmente de la acción de las mujeres indígenas de Guatemala de los pueblos maya y xinka, y se resume como “estar cuerpo a cuerpo, unas con otras”. Para Cabnal (2019) ese estar en una y en las otras, es una acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados frente a las injusticias que viven otros cuerpos “en su pluralidad de existencias”. Por esta indignación, los cuerpos “se autoconvocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racista y capitalistas” (Ibid.).

El cuerpo, en ese habitar, se encuentra materialmente con otros cuerpos, toma la injusticia como propia y actúa en concordancia (Patiño, 2022). Dicho sentir indignado que se vuelve acción personal o política reconoce la pluralidad de los otros y las otras, de ahí que sea un vehículo tan potente para fomentar no solo el reconocimiento de las violencias que hemos sufrido como mujeres, sino para articular la emoción, la incidencia y el cuidado propio y del otro. Precisamente, acuerpar implica también integrar las prácticas de sanación de los cuerpos y de los territorios que se habitan (Méndez, 2023); estos últimos, según el feminismo comunitario, son vitales pues las acciones políticas inician en las relaciones territoriales que se tejen con todas las formas de vida.

La experiencia personal del cuerpo que se hace carne, en ese tejido vital, es fundamental. María Elvira García Ballesteros (2023) describe, desde una propuesta auto etnográfica, su proceso de devenir víctima sobreviviente de violencia sexual haciendo uso del conocimiento encarnado: un saber que se obtiene de una experiencia que pasa por el cuerpo, está en la persona, deviene desde la carne y permite conocer profundamente “cómo se siente» y «qué se siente”. Dicha relación epistémica con el dolor propone una manera particular de habitar el trauma, la sanación y la organización de redes de apoyo. 

Por esto, acuerpar es habitar el cuerpo (propio y de las otras) y reconocer el territorio como vínculo con todo lo vivo, pero también implica transformar la indignación en acción y tejer la sanación. Precisamente, para apropiarse del informe Mi cuerpo es la verdad fue fundamental integrar estas nociones del “acuerpamiento” y del conocimiento encarnado como parte del acto de aprender, pero también de sanar. Esta sanación fue un elemento que emergió libremente en el proceso formativo con las mujeres del Comité, como lo menciona Eulalia, lideresa social y defensora de derechos humanos de la organización Levantémonos Mujeres de San Juan Nepomuceno, el proceso de aprendizaje permitió “sanar cosas que tenía guardadas”. Así, el acto de sanar es visto como un proceso en el que el acuerpamiento genera otras formas de sentir, pensar y actuar.

Acuerpar el informe con el conocimiento encarnado de las mujeres del Comité, fue el camino que elegí para facilitar estas experiencias, que más que medir resultados de enseñanza aprendizaje honra a las participantes en sus historias de vida y sus trayectorias de liderazgo. Con ello, también se destacan a las mujeres que representan, muchas sobrevivientes de violencia sexual en el contexto del conflicto armado en los Montes de María.

Brevemente, reflexionaré sobre la vivencia y la narrativa co-creada con las participantes a lo largo de 5 meses en el marco de la propuesta pedagógica para el acuerpamiento del Informe Final y las recomendaciones en clave de género. Este proceso fortaleció la comprensión de los contenidos, los hallazgos y las recomendaciones por medio de la elaboración de corpografías, cartografías sociales, danza, narrativa escrita, audio y estrategias de difusión. Los aprendizajes de este proceso pedagógico acompañaron la réplica de los contenidos y las metodologías por parte de las promotoras del Comité con sus organizaciones y comunidades. En los siguientes apartados presento las acciones formativas y las experiencias de las mujeres que participaron.

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