– 2013-07-02
Ficha técnica:
Departamento al occidente de Colombia, cuenta con una superficie de 46.530 km2. Región selvática y de alta pluviosidad, al norte limita con la República de Panamá y el mar Caribe. Algo más del 75% de sus habitantes son negros o afrocolombianos y cerca del 12% indígenas.
“Para la gente del Chocó la paz significa que sus niños no se sigan muriendo de hambre”
El departamento del Chocó, rico en recursos naturales, ocupa el primer lugar en el estudio sobre la incidencia de la pobreza realizada en 2011 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Si en Colombia este índice se sitúa en el 34,1%, en el Chocó este porcentaje se eleva hasta casi duplicarse llegando al 64%.
El proceso de paz abierto en La Habana ha sido recibido con optimismo en este departamento pero, como destaca la abogada y defensora de derechos humanas Jennifer Burbano, en el Chocó la paz va más allá del silencio de los fusiles: “Para la gente el problema no es la desmovilización de un grupo u otro, sino que es un problema de justicia, de desigualdad. Creo que ningún otro departamento de Colombia como el Chocó sufre el empobrecimiento y el abandono del Estado. La gente dice sí al diálogo y que se dejen las armas, pero fundamentalmente lo que reclaman es igualdad y justicia frente a la vida. Para la gente del Chocó la paz significa que sus niños no se sigan muriendo de hambre, significa que tengan derecho a una salud mínima… No tenemos acceso a ningún centro de salud, la gente se muere en el río viajando a las ciudades. Hoy se supone que la muerte de mujeres en embarazo o en proceso de parto debería disminuir muchísimo, pero en el Chocó nos enfrentamos a que las mujeres se están muriendo porque no tienen atención médica digna. Para la gente en el Chocó la paz es también la construcción de condiciones de vida dignas y por eso celebramos que en la mesa se estén discutiendo temas como el de la minería”.
A la pobreza hay que sumarle el impacto de un conflicto armado que en los últimos diez años ha convertido este territorio en una zona de constante pugna entre los grupos armados ilegales. Según alerta la Defensoría del Pueblo en el editorial de la Revista Población Civil, esta lucha ha generado graves rupturas en el tejido social de unas comunidades históricamente caracterizadas por su cohesión y capacidad organizativa. “Tenemos presencia de todos los grupos al margen de la ley- denuncia Jennifer-. Están los grupos paramilitares que permanentemente se enfrentan entre ellos generando el desplazamiento de varias familias fundamentalmente en el litoral del San Juan, que es la parte costera límite con El Valle, tenemos presencia del ELN, de las Farc y una presencia muy fuerte de la Fuerza Pública que violenta a las comunidades y a las mujeres e irrespetan la autoridad, porque como comunidades indígenas y afros ellos tienen su autoridad y la autonomía sobre sus territorios. Son dueños y deciden colectivamente sobre sus territorios, pero generalmente eso no se respeta. Además también está la presencia y el permanente favorecimiento para las multinacionales que tienen puestos los ojos sobre un territorio que es rico en minerales. Riqueza que las comunidades desconocen porque el establecimiento ha guardado esos estudios para entregárselos a las empresas multinacionales”, asegura esta abogada y añade que desde el pasado mes de diciembre se están fumigando los cultivos de comida que la gente ha sembrado para sobrevivir “en medio del empobrecimiento actual y el abandono al que el Estado les ha sometido”.
Las mujeres chocoanas sufren el conflicto desde la primera línea. El año pasado Jennifer Burbano participó en una investigación sobre los crímenes de violencia sexual cometidos en el Chocó y los abusos cometidos contra las mujeres. La investigación sirvió para denunciar el trato que la Armada propinaba a las mujeres al llegar a las comunidades: “Les decían que si no les cocinaban y no mataban sus gallinas las iban a violar y a las mujeres no les queda otra opción porque allá no hay dónde acudir ya que es territorio de nadie. Hay casos de violencia sexual en el Chocó, hay casos de desplazamiento, de amenazas… En alguna de las reuniones que hicimos con la Armada fuimos más o menos 200 indígenas y 100 comunidades negras representantes de consejos comunitarios. Me acuerdo como si fuera hoy que una indígena le dijo a un sargento muy arrogante que además intimidaba mucho a los compañeros y compañeras: Nosotros les tenemos miedo y cuando viene el barco, porque ahí se mueven en el río, nosotras nos escondemos porque ustedes no son de acá, no les conocemos, vienen a agredirnos y el colegio se cierra cuando ustedes están. Eso es lo que representan, es lo que sienten las mujeres allá. La actitud de la Fuerza Pública para nuestras comunidades no ha sido respetuosa, no ha sido de diálogo, no ha sido de concertación sino de violentar y someter a las comunidades a ese régimen del terror que siempre ha utilizado”.
A pesar de que en desmovilizaciones pasadas los crímenes de violencia sexual han contado con el amparo de la impunidad, Jennifer Burbano se muestra confiada en que las Farc asuman los crímenes que hayan podido cometer contra las mujeres, si es que el proceso de La Habana logra llegar a la meta final: “Yo creo que la insurgencia tiene unos postulados y unos principios políticos. Tiene una historia que es una historia campesina de resistencia y es una historia que proviene de nosotros, de la gente pobre que se ha visto sometida a un régimen autoritario del establecimiento. Por esa convicción, por esos principios que fundaron la insurgencia en Colombia, creo que la guerrilla tiene que salir a contar y pedir perdón frente a los casos cometidos. Estoy segura de que ellos no son como los paramilitares que han ocultado toda la verdad al país. Nuestras mujeres siguen esperando que se les diga dónde están sus familiares, que se les diga por qué los mataron… Ya casi pasó ese proceso con los paramilitares y no pasó nada frente al tema de la reconstrucción de la memoria histórica. Espero, de todo corazón, que en un proceso de paz y de desmovilización de la insurgencia ellos puedan contarnos con toda la sinceridad. Esa es la única manera de avanzar y de que las mujeres perdonemos lo que se nos ha hecho a lo largo de esta historia de guerra tan triste que tiene este país”.