Cultivadoras y lideresas de una nueva siembra

– 2020-12-18
La vida de muchas campesinas y campesinos desde que llegó el Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito – PNIS ha tenido que conjugarse con el verbo esperar.
Esperar que el Gobierno les cumpla los acuerdos, esperar los proyectos productivos, esperar más del doble de tiempo que con la coca para cultivar, esperar para sacar sus productos de las veredas y venderlos a buenos precios, en fin, esperar a que les dejen de criminalizar y perseguir por haber cultivado coca.

Yenninfer Martínez y Yaned Holguín son dos lideresas que no pueden esperar y mucho menos en tiempos de pandemia cuando las necesidades sociales se profundizan. Por mucho tiempo, fueron cultivadoras de coca y gracias a ésto, obtuvieron independencia económica y ganaron espacios de participación y toma de decisiones, reservados tradicionalmente para los hombres.

Sus municipios, Mesetas en el Meta y Briceño en Antioquia, respectivamente, hicieron parte del plan piloto del PNIS con el que les prometieron subsidios temporales, proyectos productivos y acompañamiento técnico, pero hasta el momento únicamente les han desembolsado el dinero para la transición y el sueño de tener sus proyectos se seca al igual que  los cultivos de plátano y cacao que nunca dieron fruto.

Para mitigar el impacto de la COVID -19 y darle una oportunidad de ingreso a sus comunidades, en alianza con la Corporación Humanas y con el apoyo de Open Society Foundation (OSF) Yenninfer y Yanned decidieron proponer para sus comunidades proyectos de siembra de seis meses, adaptados a sus contextos. Estos, les brindan el voto de confianza que les prometió el Gobierno pero no les cumplió y les da el empujón que necesitan para reiniciar sus proyectos de vida sin la coca. En este artículo les contamos cómo.

¿Cómo eran sus  vidas cuando cultivaban coca?

Yenninfer: La coca eraproducto inmediato para mitigar las necesidades del hogar porque cada cuarenta y cinco días al rasparlo ya se podía contar con un ingreso y no tenía mucho problema para sacarlo ni para venderlo.Los raspachines decidían su horario y además el patrón les daba la comida y la panela para el guarapo.

Yaned: Muchas mujeres de acá gracias a los cultivos de coca le dieron el estudio a los hijos y muchos de ellos son profesionales por mujeres que se dedican a raspar en los cultivos de coca.

¿Cuáles fueron los acuerdos  a los que llegaron con el Plan Nacional de Sustitución de Cultivos-  PNIS?

Yenninfer: El acuerdo consistía en que ellos nos remuneraban mientras podíamos cultivar algún producto. Consistía en un pago de dos millones de pesos cada dos meses por un año, pero eso finalizó en el 2018. Y unos proyectos productivos para cultivar, pero eso nunca se dio. Entonces, nos dejaron en las mismas, se acabó el aporte en un año y no teníamos nada sembrado para reemplazar el cultivo de coca. Y llevamos un año sin recibir nada.

Yaned: Acá en Briceño, hemos tenido dos golpes grandes, uno fue la hidroeléctrica y otro fue el Plan de Sustitución de Cultivos. Nosotros firmamos los acuerdos en el 2017, recibimos todos los pagos, los 12 millones, nos socializaron un programa para siembra de cacao y 24 familias le apostamos a eso. Y, nos dijeron que también íbamos a poder sembrar plátano y que nos apoyarían con herramientas e insumos para sacar el cultivo adelante.

Pero solo nos entregaron 1000 plantas por productor y hasta ahí llegó todo. No nos volvieron a entregar absolutamente nada, ni herramientas ni abonos ni insumos y con nuestros propios esfuerzos nos ha tocado bregar para sacar el cultivo adelante. Y como el cacao tarda de 20 a 24 meses en producir, sin abono a muchos se les secó y ya no tienen nada.

Acá se han cometido muchas injusticias, muchas personas arrancaron el cultivo de coca, estuvo la ONU haciendo la verificación y a los pocos días les notificaron que los sacaban del programa porque no tenían el Sisbén de Briceño y aunque desde la Junta de Acción Comunal les explicamos que estaban registradas en Yarumal o en Medellín porque les quedaba más cerca y les mostramos todas las evidencias los sacaron y los dejaron sin nada.

¿Qué les han respondido desde el PNIS?

Yenninfer: Nada. El año pasado los técnicos solo nos hicieron tres visitas. En una ocasión me revele y no los atendí porque ellos ganan plata y presentan nuestros logros como resultado del programa pero a nosotros no nos llega nada.

Yaned: Todo ha quedado paralizado. Yo he participado en reuniones con el Gobierno, he llevado quejas de todas las comunidades por el incumplimiento, pero solo hasta hace ocho días nos dijeron que iban a contratar a una organización para ejecutar los proyectos, pero hasta no ver no creer.

Les hemos solicitado paquetes de alimentos para las familias que en este momento están muy necesitadas y de ninguna forma nos escuchan. El Gobierno durante esta pandemia no se ha pronunciado con las familias inscritas en el Programa.

¿Qué han hecho ustedes y sus comunidades para subsistir sin los cultivos de coca y sin la ejecución del PNIS?

Yenninfer: A algunas mujeres les toca salir a hacer los oficios varios en otras fincas; otras como tienen hijos pequeños les toca quedarse en sus casas, pero usted sabe que el oficio de la casa para uno de mujer se duplica o se triplica porque esta el quehacer de las comidas, de cuidar a los hijos, de mirar las gallinas, los marranos y si queda tiempo ir a ver la mata de plátano. Y a los hombres, les tocó salir a jornalear a otras fincas. El que tiene, siembra para el sustento y para sacar unas bolsitas a vender.

Aquí podemos cultivar plátano o maíz  pero no tenemos cómo vender el producto.Tenemos que utilizar intermediarios y eso no es rentable porque a uno le toca esperar un año o más para cultivar y mientras tanto no tenemos cómo darle sustento a nuestras familias.

Yaned: Desde que firmamos el acuerdo nos dieron 60 días para arrancar todo el cultivo de coca que había en Briceño y desde ese momento estamos libres de coca. Algunos comenzaron a sembrar cultivos de pancoger y otros se fueron a Hidroituango a trabajar en esa empresa porque se quedaron sin nada que hacer acá.

¿Han pensado en volver a cultivar coca?

Yenninfer: Aunque hoy quisiéramos volver a sembrar sabemos que el Gobierno nos va a caer con todo el peso de la ley. Ellos no cumplen pero nosotros sí tenemos que cumplir a las buenas o a las malas.

Yaned: Muchas personas todavía no lo aceptan, dicen esto no me funcionó y me voy a ir a sembrar coca pero sienten temor porque el Gobierno nos amenazó y nos dijo que persona que haya firmado y la encuentren en algún cultivo o en el procesamiento de coca la judicializan. Entonces la gente siente el temor y no lo hace.

¿Cómo nace el proyecto de seguridad alimentaria? 

Yenninfer: De Humanas me preguntaron qué en qué nos podían ayudar con lo de la pandemia y yo les dije que un mercado es lo que más se necesita, pero solo suple la necesidad de unos días. Pensé que lo mejor sería cultivar y les pasé una propuesta para que veinte familias pudiéramos sembrar media hectárea de maíz o plátano o yuca o frijol. Y esto nos alcanzaría para el hogar y para vender.

Yaned: Cuando estaba iniciando todo lo de la pandemia me contactaron de la Corporación Humanas y me preguntaron que cómo estábamos acá en mi comunidad, y me contaron que había un recurso de Open Society.  Entonces, se me ocurrió la idea de poder ayudar a 25 familias que en este momento estaban comenzando toda la siembra de maíz y de frijol.

¿Cómo eligieron a las familias?

Yenninfer: Es muy complicado cuando uno sabe que hay tanta gente que necesita. En mi vereda, cuando se acogieron al PNIS, todo lo recibió el hombre, era el jefe que hacía parte de la sustitución y muchos de esos hogares se rompieron y no les dejaron nada a sus esposas. Entonces, las busqué a ellas, casi todas son cabezas de hogar que se quedaron sin nada.

Yaned: Hubiera sido muy bueno ayudar a las 72 familias de acá, pero con el recurso que había, solo me alcanzaba para darle un paquete de alimentación a cada familia y cuando se acabará nos quedaríamos sin nada. Entonces, pensé sembrar con algunas familias; la mayoría son productores de cacao y madres cabezas de hogar. Escogí a las que en este momento están trabajando para sacar sus cultivos adelante. Pregunté por los grupos de Whatsapp quienes iban a sembrar y así completé 25 familias. A ellas, se les dio un paquete alimentario, semillas e insumos agropecuarios y las acompañaré durante seis meses, alcanzaremos a tener una cosecha y a acompañarlas en una nueva siembra. Y a las familias que no están en el proyecto les gestioné un mercado para mitigar la necesidad urgente.

¿Cómo va la siembra?

Yaned: En el momento tenemos nuestras huertas caseras, maíz y frijol sembrados. Comenzamos hace más de 40 días y ya empiezan a asomar los primeros “chocolos”. Las familias quieren que las visite y que les tome fotos de cómo están los cultivos.

Yaninfer: La idea es no tener nada transgénico, por eso busqué las semillas de la región, no fui a las grandes productoras sino que les compramos a los campesinos de aquí y sembramos con el calendario lunar. Hay nueve familias con siembra de plátano, seis con siembra de maíz, cuatro con yuca y una con frijol.

¿Qué es lo mejor del proyecto y qué esperan?

Yaned: Este año no sé por qué pero fue como si tuviéramos una bendición muy grande y el maíz está produciendo super bonito.

Yenninfer: Esto es algo sorprendente, aquí nunca nos había llegado un proyecto con el que tuviéramos la oportunidad de escoger qué producto queríamos sembrar. El Ministerio de Agricultura por ejemplo, nos entregaba lo más barato, unos abonos que parecían barro. Nos irrespetan, ellos creen que porque nosotros somos campesinos no conocemos.

En cambio esto fue una diferencia total. Con las 20 familias nos sentamos, y escogimos lo que verdaderamente nos serviría, compramos los mejores abonos, fungicidas e insecticidas. Además, les entregamos a cada uno, un aporte por los jornales para remunerar el tiempo de la siembra.

Los cuatro cultivos son de una sola siembra, podré acompañarlos en parte del proceso; pero yo sé que hay familias que le van a sacar hijitos para tener una próxima sacada, o sea, otra siembra.

Yo me siento feliz porque la gente le da un buen uso a lo que se les ha podido brindar. Las 20 familias han cumplido. Aunque estemos enfrentando una pandemia es un año que me hace crecer como persona y como lideresa. Quiero ser el ejemplo y seguir aportándole a la comunidad que es por quienes estamos y por quienes vivimos.