– 2020-12-30
Por: Gabriela Eraso Villota
La subdirectora y una de las fundadoras de la Corporación Humanas, Luz Piedad Caicedo, se refiere a la historia y los aprendizajes de la organización frente a la implementación de la Resolución 1325 en Colombia y a los retos de los temas relacionados con Mujeres, Paz y Seguridad en la coyuntura actual.
¿Por qué Humanas se interesó en trabajar con la Resolución 1325 (R1325)?
Luz Piedad Caicedo: Cuando Humanas comienza su vida institucional coincide con la desmovilización de los paramilitares, un proceso a todas luces amañado, con un actor armado que no estaba en contraposición al Estado, sino todo lo contrario, le había sido útil en sus políticas antisubversivas. A pesar de esto, nos estaba develando una realidad muy complicada para las mujeres, en la medida que avanzaba el proceso, en las áreas en donde ellos se estaban desmovilizando o regresando, reportaban aumento de violencia contra las mujeres.
Nuestra incursión estuvo ligada a tratar de entender qué es lo que estaba pasando y cuáles eran los efectos de la masculinidad desarmada en la vida de las mujeres. Esa es la primera investigación que hace Humanas, con el apoyo de UNIFEM, que, además, propone unas pautas que deberían ser tomadas en consideración cuando se hiciera un proceso de desmovilización, desarme y reincorporación para que la comunidad de acogida, sobre todo las mujeres, pueda protegerse de esa masculinidad desarmada que necesita un reacomodo en una nueva realidad.
¿Cuál es la relación entre la participación de las mujeres en los procesos de paz en Colombia y la R1325?
LP: Ahí hay un proceso muy largo, la participación de las mujeres en los procesos de paz en Colombia es anterior a la aparición de la R1325 lo que marca cómo se recibe en Colombia este instrumento. Durante la época del Caguán hay un movimiento muy importante de mujeres participando en la Mesa de Negociaciones, en un espacio que se ganaron a través de alianzas y de su gran capacidad organizativa, que sufre una ruptura muy grande cuando Uribe Vélez sale electo e inicia el proceso de desmovilización con los paramilitares. Fue una negociación muy complicada, con el agravante de que el presidente, nombró dentro de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación a dos mujeres en representación de la sociedad civil, apelando al cumplimiento de la R1325. Y, por supuesto, estos nombramientos no tuvieron sustento político ni legal. Esto generó mucha más animadversión en torno a la R1325, primero porque el movimiento de mujeres hace mucho rato era un protagonista del movimiento de paz en Colombia y no requería un instrumento internacional.
Para Humanas, los componentes beneficiosos de la Resolución es que este instrumento permite garantizar que las mujeres sean reconocidas como actoras fundamentales en las negociaciones; exige que haya un cumplimiento en la protección a víctimas; y es un instrumento de utilidad que en Colombia tuvo una potencia enorme porque, indudablemente, es la R1325 la que se utiliza para apelar el derecho que tenemos las mujeres de formar parte de la mesa de negociaciones con las FARC -EP.
¿Cuáles han sido los aprendizajes de Humanas con la R1325, durante los 15 años de esta organización?
L.P: Para nosotras la Resolución tiene unos elementos interesantes como que: surge de un esfuerzo de feministas que pensaron que la existencia de un instrumento que naciera del seno de las Naciones Unidas, en especial del Consejo de Seguridad, iba a tener impactos relevantes. No ha sido así, ese es un primer aprendizaje, la R1325 se ha mostrado insuficiente, ha sido instrumentalizada por las posturas armamentistas, en la medida en que, muchos Estados por lo que han apostado es por involucrar a las mujeres dentro de los ejércitos. La propia Naciones Unidas no ha modificado su composición masculina en la mayoría de sus dependencias y ha sido necesario expedir más y más resoluciones para profundizar en aspectos de la propia R1325.
Debido a que la obligatoridad de la Resolución ha sido cuestionada, Humanas hizo un estudio para mostrar que la Resolución es vinculante y es de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, su lenguaje no es mandatorio, es un lenguaje que insta a los Estados, es decir los alienta, les propone, les sugiere, pero no los obliga. Todos estos aspectos hacen de la Resolución un instrumento muy frágil. No obstante, es instrumento interesante que compila derechos de las mujeres que han sido incluidos en otros tratados internacionales, esos sí vincuolantes, y ha sido útil para participar en los procesos de paz; pero no debe ser considerado como la única ruta o a limitarnos a la R1325 cuando hacemos exigibilidad de derechos.
¿Cuáles cree que son los retos del movimiento feminista y particularmente de Humanas frente al tema de mujeres, paz y seguridad en este contexto de posacuerdo y pandemia de la COVID -19?
L.P: Bueno, el reto fundamental, tiene que ver con lograr que las determinaciones del Acuerdo de paz con respecto a las mujeres y bueno, a los hombres se cumplan. Estamos perdiendo la oportunidad de oro de poder generar algunos cambios importantes en el país. Ahí, hay unos elementos que realmente si se pudiesen implementar serían un paso adelante para salir un poco de la conflictividad y de la desigualdad que hay.
La pandemia pone en evidencia las desigualdades de la manera más cruda, muestra que estamos en un sistema de salud que es inviable, ineficiente, incompetente, una política social focalizada insuficiente, un modelo económico que se fracturó en la medida que depende del consumo y un sistema que entra en una crisis que no ha significado una discusión profunda en torno a implementar la renta básica. La renta básica sería un punto muy importante para garantizar que mujeres que dependen de sus maridos puedan lograr independencia porque les daría el mínimo vital que necesitan para vivir. Ese tipo de medidas si se implementaran en Colombia podrían dar lugar a unos pequeños cambios importantes, pero no se están planteando en el país.