Mónica Lozano – 2020-06-02
En el marco del primer seminario ‘Experiencias Estéticas: Arte y Cultura en la paz y la justicia transicional’, organizado por la JEP, la Universidad Nacional de Colombia y la Corporación Colombiana de Teatro, se reflexionó sobre el papel que ocupan las artes en la justicia transicional a pesar de que puedan parecer asuntos lejanos.
Allí, de la voz de diferentes expertas, se resaltó que, en el marco de una justicia transicional, el arte facilita la recepción de testimonios, la reparación simbólica de las víctimas y la traducción de aquellas sentencias que parecen ilegibles pero que son primordiales para el esclarecimiento de la verdad sobre el conflicto armado.
Es que la justicia transicional traza el camino para dejar atrás la guerra. Para ello se hace necesario que se apele a mecanismos especiales para impartir una justicia que no se centre en el aspecto punitivo ni en el perpetrador, sino que ponga el foco en la reparación de quienes han sufrido los dolores de la guerra, tal y como se planteó con la Jurisdicción Especial para la Paz.
Patricia Linares, presidenta de la JEP, indicó que si el eje son las víctimas, entonces se debe entender que “el arte, el teatro, los cantos, la poesía, han servido de vehículo para que las comunidades, desde su cosmovisión, puedan tramitar el dolor, formular propuestas y reclamar justicia dignamente”, y por tanto, son relatos que deben ser tenidos en cuenta en los casos que llevan las y los magistrados.
El arte para acceder a la justicia y reconstruir la memoria
“El arte tiene una posibilidad enorme para reivindicar, reconocer y dignificar a las víctimas. De esto hablan las pinturas, los cantos, el teatro”, dijo Martha Nubia Bello, directora de investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia en su discurso de apertura al evento.
La académica partió de unos interrogantes que propiciaron diferentes reflexiones en el público frente a la relación entre el arte y la justicia. ¿Cómo contribuye el arte al esclarecimiento de la verdad? ¿Cómo puede contribuir la sanción a construir memoria a partir de la verdad judicial? ¿Pueden los victimarios acudir al arte para reparar a las víctimas, pero además repararse y construirse ellos mismos? ¿El arte puede contribuir a que la verdad sea pública y a su vez se vuelva memoria? ¿Cómo hacer asequible lo que plantee una sentencia?
Martha Nubia, enfatizó en el arte como un recurso para que por fin a las víctimas se les preste atención y se generen condiciones para la escucha. “Las víctimas se han valido de los recursos más increíbles para denunciar, y aunque para nadie es grato escuchar el dolor, a ese dolor se le debe dar un lugar para que tenga poder transformador”. Además, mencionó la académica, una vez puede ser escuchado ese dolor y las historias de las víctimas a través del arte, es cuando este sirve como eje trasformador y puente para la reconciliación.
La JEP es un escenario que debería permitir las condiciones para que los lenguajes artísticos de las víctimas puedan tener una comunidad de oyentes, y de esa manera la sociedad pueda comprender esas penas alternativas y sanciones que han pedido durante años las víctimas. Así lo analiza la directora de la Corporación Colombiana de Teatro, Patricia Ariza, quien se refirió a la necesidad de que la justicia deje de ser un grito, pues las víctimas tienen “las gargantas secas de tanto gritar mientras al establecimiento se le ha cerrado el oído y la escucha”.
Ariza cuenta que años atrás, cuando pensaba en la justicia siempre la veía como algo muy lejano y hostil que no tenía nada que ver con el arte. “Necesité sobrevivir a esta guerra tan dura y tan larga, necesité sobrevivir a un genocidio, el de la Unión Patriótica, pero sobre todo necesité del Acuerdo de Paz para entender que no están separados el arte y la justicia, y que la justicia debe ser un valor de búsqueda no de miedo, aunque sea normal sentir miedo, ya que la justicia tradicional siempre nos ha culpado por ser pobres, ser mujeres, ser distintas y distintos”, expresó.
En el evento, también se contó con una de las pioneras en estudiar la relación entre la justicia y el arte, Yolanda Sierra, docente investigadora del Departamento de Derecho Constitucional, de la Universidad Externado de Colombia. Ella mencionó la urgente necesidad de traducir a otros lenguajes más digeribles, como pueden una obra de teatro, un poema, un libro o un arrullo, las extensas sentencias judiciales para que estas puedan convertirse en memoria pública compartida. Una cuestión a lo que ella le llama “la emancipación estética.
También explicó que el arte remueve estereotipos y arquetipos, por ejemplo los que hay alrededor de las mujeres integrantes de las FARC. “Hay quienes dicen que solo fueron asesinas, pero ellas no solo fueron combatientes, saben de hierbas curativas, conocen el canto de los pájaros, son médicas”. Esto lo demuestra el grupo de Teatro Las Luciérnagas con la ‘Paz Anhelada’, conformado por dos mujeres jóvenes excombatientes que decidieron que su futuro estaba en el teatro. Ellas pusieron en escena ese tránsito hacia la paz que incluye los saberes acumulados durante los años de guerra y su decisión inquebrantable de contribuir con la reconciliación del país.
“Todavía no logramos comprender que el cambio de época empezó con la firma del Acuerdo de Paz. Tenemos miedo a que nos digan dónde están los desaparecidos, pero sobre todo quién los desapareció. Tenemos miedo a la verdad pero sobre todo a la verdad de todos los implicados y tenemos miedo a la justicia porque es la que nos puede abrir las puertas al gran relato que Colombia tiene a retazos, por eso no nos hemos podido mirar tal como somos, hemos sido relatados por otros en una extraña ficción donde no nos reconocemos. Y nuestro trabajo, el de las y los artistas, es relatar el tiempo, las circunstancias, los personajes a través de las obras. Entendemos que el arte como experiencia estética va mucho más allá de la obras porque es capaz de restaurar el vínculo social, entendiendo que las expresiones artísticas son políticas. Hoy pienso que el arte si es muy cercano a la justicia, por lo menos a la transicional”, concluyó Patricia Ariza.