¿Qué les pasó a las mujeres del municipio El Retén, cuando los paramilitares de Jorge 40 eran los amos del Magdalena colombiano, para que una década después no puedan rehacer sus vidas o denunciar lo sucedido?
Silencio. Se apagan las voces. Las miradas se clavan en el suelo. El ambiente del grupo se ha vuelto denso, pesado… Silencio.
El pasado se hace presente. No es fácil hablar cuando el miedo y la inseguridad persisten; cuando las mujeres llevan años arrastrando traumas no atendidos y, mucho menos, sanados. Prefieren hablar como si no les hubiera sucedido a ellas; hablan de los casos que toda la comunidad conoce porque sucedieron en la calle, como el de aquellas mujeres que se encontraban lavando la ropa en el río y fueron violadas por los paramilitares. Y si hablar es difícil, mucho más lo es denunciar porque el contexto de inseguridad persiste y nuevos grupos paramilitares, herederos del Bloque Norte, permanecen en la zona.
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