Nigeria Rentería es una de las dos negociadoras plenipotenciarias elegidas por el gobierno colombiano como representantes en el proceso de paz de La Habana. Abogada afro de ascendencia chocoana, Rentería compagina esta labor con el cargo de Alta Consejera para la Equidad de la Mujer. No puede dar detalles del devenir de las negociaciones con las Farc y esquiva las preguntas sobre el proceso con amabilidad. Destaca los avances logrados desde la Alta Consejería en materia de igualdad aunque confiesa que queda mucho trabajo por hacer.
¿Qué balance hace de estos nueve meses al frente de la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer?
“Realmente es un balance positivo. Hemos avanzado en visibilizar más el tema de las mujeres en Colombia y demostrar la diversidad y la riqueza de unas mujeres con mucho empuje, verraquera, ganas de sacar adelante el país y que están preparadas para trabajar en pos de la paz. De hecho lo vienen haciendo desde sus territorios con perseverancia y sin dejarse amilanar aunque muchas han sido víctimas en el marco del conflicto armado que tenemos hace más de 50 años. El gobierno nacional ha hecho una gran apuesta para destacar el rol de las mujeres en la política pública y en el CONPES 161 de marzo de 2013 en donde se recogen seis ejes fundamentales que serían un gran avance para equiparar los derechos de las mujeres y lograr la igualdad en el país. Está el tema de la transformación cultural y la construcción de paz que está muy enmarcado en el rol que estoy desempeñando en La Habana junto con otra compañera; cómo es esa mirada de las mujeres en los aportes a la construcción de paz de este país porque, así como hemos sido víctimas, somos conscientes de que debemos ser parte de la solución. En el tema de la no violencia contra las mujeres se está trabajando con un presupuesto concreto, con acciones concretas en donde, de una forma interinstitucional, se jalona para que se prevenga y se rechace toda forma de violencia. También el tema de la educación, si bien la mujer cada día está mucho más preparada y en nivel primaria, secundaria e incluso en la Universidad está muy equiparado el acceso de las mujeres a la educación. Ahora se propende porque esa participación también sea en escenarios de poder, en el tema político, para que las mujeres logren tener una incidencia en los roles que desempeñan, en la empresa privada… También sobre eso se está trabajando; en el tema del empoderamiento económico y en cerrar las brechas a nivel laboral”.
Algunas voces señalan que sería necesario un Ministerio de la Mujer que tenga asiento en el Consejo de Ministros. ¿Qué opina al respecto?
“Esa es una pregunta un tanto difícil porque yo hago parte del Gobierno Nacional desde la Consejería y acepté el cargo porque considero que podría poner una mirada importante sobre el asunto y continuar con la labor tan importante que venía desempeñando mi antecesora. Las situaciones son cambiantes y no va a ser toda la vida la Consejería de la Mujer. Creo que el mismo gobierno evoluciona frente a la mirada relevante que le ha dado al reconocimiento de las mujeres”.
Antes de ocupar el cargo de Alta Consejera usted se desempeñó
durante 20 años como abogada y como jueza promiscua en Chocó donde trabajó temas de víctimas, de restitución de tierras… ¿De qué manera ha influido en su actual desempeño como Alta Consejera ese contacto tan directo con los efectos del conflicto armado en Colombia?
“Yo creo que ha sido algo muy valioso y muy enriquecedor porque viví todas las formas de violencia que han existido en mi departamento. Yo estuve trabajando en Bojayá desde 1998 y en 2001-2002 tuvimos el tema de las masacres. Años después estuve en lugares distantes: en Quibdó, en Condoto, en San Juan… Teniendo la mirada desde la justicia, porque trabajé como juez administrativo o juez contencioso administrativo, tuve conocimiento en primera instancia de las acciones de reparación directa, acciones de grupo, acciones de cumplimiento… Dentro de ese tipo de acciones estuvo el proceso de Bojayá que me tocó a mí fallarlo en donde se reparaba a las víctimas de la masacre. Tener familiares que se tuvieron que desplazar huyendo de toda esta violencia, a quienes tuvimos que acoger y brindar apoyo en Quibdó me da una mirada también bastante pertinente y directa para saber de qué me están hablando cuando me reúno con las víctimas. En Colombia no solo hay mujeres víctimas, también hay mujeres forjadoras y emprendedoras”.
Usted ha sido nombrada negociadora plenipotenciaria en La Habana. ¿Cómo ha sido recibida allá?
“Te puedo decir que hay un gran compromiso y respeto de todos y todas las que hacemos parte de la mesa y eso ha ayudado a que exista muy buen ambiente de trabajo. Estamos trabajando con muchísima seriedad y entregando lo mejor de nosotros para aportar ese grano de arena. Ya veremos cómo terminará el proceso y lo que esperamos es que podamos llegar a un acuerdo”.
Como Alta Consejera y como negociadora plenipotenciaria en La Habana usted es un puente entre el gobierno y el movimiento de mujeres en La Habana. ¿Qué fortalezas y debilidades ha detectado en el movimiento de mujeres en Colombia?
“Las potencialidades son muchas. Las mujeres en Colombia están cada vez más organizadas y esa apuesta de irse sumando una a otra para ir generando espacios de discusión e incidencia ha empezado a tener frutos. Igualmente también hay un gran camino por recorrer. Todavía tenemos una debilidad en el tema de la participación política de la mujer en los diferentes estadios de poder en donde deberíamos aprovechar para una transformación real. Tenemos una acción positiva que es la Ley de cuotas, pero realmente no es lo ideal porque no debería ser por una ley que nosotras tengamos un cargo de poder o de dirección. Hay que aprovechar y seguir trabajando”.