Sumapaz

– 2013-09-05

Ficha técnica

La región del Sumapaz con 178.634 hectáreas de extensión es el páramo más grande del mundo y por tanto una de las fuentes hídricas más importantes del país. Su territorio pertenece jurisdiccionalmente  a los departamentos de Cundinamarca, Huila y Meta y al Distrito de Bogotá. Este artículo se centrará en el territorio que pertenece a la capital del país.

El segmento del páramo que queda dentro del Distrito Capital conforma la localidad número 20 de Bogotá y lleva su mismo nombre. Está ubicada en el extremo sur del casco urbano de la ciudad. Destaca por su carácter enteramente rural y por ser la localidad más grande, con una extensión de 78.096 hectáreas, divididas en tres corregimientos y 30 veredas.

Una historia de lucha campesina

Hablar del Sumapaz significa remitirse a la historia de la lucha por la tierra y los derechos humanos, factor tan afortunado como desafortunado por la estigmatización, la persecución y en general la violencia de la que ha sido víctima la población por la lucha que han emprendido desde hace décadas en la defensa del territorio y unas condiciones de vida dignas.

En la mitad del siglo XIX los campesinos del Sumapaz que poblaban la región de tiempo atrás, se vieron avocados a trabajar como empleados o arrendatarios de este territorio porque el Estado habría vendido las tierras a grandes latifundistas. Esto desató confrontaciones entre los colonos y los nuevos propietarios. Al calor de estos conflictos se fue creando la organización campesina que adoptó el nombre de “Sociedad Agrícola de la Colonia de Sumapaz”, teniendo especial incidencia en la expedición del Decreto 1110 de 1928 que permitió que, al finalizar la década de 1940,  un buen número de colonos lograra reconocimiento de la posesión de tierras en la zona.

Este proceso se vio truncado con el comienzo del periodo conocido como “La Violencia”. Destacamentos de la policía “chulavita” fueron dispuestos para defender la tierra de grandes hacendados e imponer el régimen conservador en la región. Los atropellos contra los campesinos y hechos como la masacre de Pueblo Nuevo en 1950, generaron que la organización agraria se transformara en guerrilla campesina bajo la orientación de Juan de la Cruz Varela. Esta etapa finalizó con el ascenso al poder del General Gustavo Rojas Pinilla quien ordenó el desarme de las guerrillas en la zona y años más tarde, decidió “luchar contra el comunismo que amenazaba la región”.

“Sumapaz es toda una historia.  Desde que se sale de Usme hay una cárcel de la que ahora se ven solo las ruinas.  Allí muchas personas, hombres y mujeres, fueron encarcelados y torturados durante Rojas Pinilla. Los territorios y las casas fueron bombardeadas.  Toda casa que había en la zona de Sumapaz en ese entonces era bombardeada, por eso se ven tantas ruinas”, afirma Rosa Bautista, lideresa y actualmente referente local de la Parcela de Igualdad de Oportunidades, nombre que se le da a la Casa de Igualdad en Sumapaz por estar en un área eminentemente rural.

Esa situación estancó el proceso de adjudicación de tierras a los colonos y el progreso de la población del Sumapaz. Además, hacía 1960, terratenientes y gamonales apoyados en exguerrilleros liberales emprenden una ofensiva contra los dirigentes de las organizaciones sociales. Por todas estas situaciones, la región del Sumapaz ha sido estigmatizada por su fuerte organización social y campesina. Según Rosa “eso tiene un costo bastante grande porque la izquierda en este país es satanizada. Los medios de comunicación e incluso algunos políticos han utilizado eso para decir que el Sumapaz es el corredor de la guerrilla y en cambio uno que está allá se da cuenta de que por el contrario allá hay solo Ejército, por todo lado es Ejército. Entonces la gente dice: si aquí hay guerrilla, cuál es el papel del Ejército si no ha sido capaz de acabar con ellos”.

Seis militares por cada habitante

Foto: Prensa rural

Aunque ya no se da el nivel de confrontación que se veía décadas atrás, las dinámicas actuales del Sumapaz siguen estando marcadas por las armas. Por un lado continúan haciendo presencia los grupos guerrilleros y por parte del Estado hay una fuerte militarización del territorio. En medio de estas dos fuerzas la población campesina se organiza para lograr condiciones dignas de trabajo en el campo, grupos ecologistas luchan por la conservación del páramo mientras empresas transnacionales se muestran interesadas en la explotación de los recursos hídricos de la zona.

La militarización trae consigo diversos problemas; sociales, de seguridad y hasta de salud para quienes habitan el Sumapaz. “Sumapaz es una de las localidades que tiene más militares. Hay aproximadamente seis militares por cada habitante y tienen asentamiento en todas las zonas en donde están los nacederos de agua. Toda la contaminación de los soldados, del baño que ellos hagan, de todos los químicos que utilicen, como detergentes, jabones, más cuchillas, pilas, baterías de celulares, además de municiones y todo ese material militar, está siendo depositado en esos nacederos de agua. Esto hace que la gente esté consumiendo el agua que baja de allí toda contaminada, además de dañar el páramo.  A esta problemática se le unen lo de los bombardeos. El agua de acá se une con el río Guayabero, con los ríos que vienen del Meta y los bombardeos son a diario. Desde acá, desde San José, se bombardea hacía el otro lado, hacía el Duda y las mujeres han denunciado bastante eso”, cuenta Rosa.

Paro agrario

Desde hace más de dos semanas el país enfrenta un paro agrario que expresa el descontento del sector campesino con el modelo económico que impone el gobierno nacional en el que prima la inversión del mega-capital en detrimento el trabajo del pequeño productor. En este panorama, el Sumapaz no se ha quedado atrás y ha sido parte de la movilización campesina con demandas y necesidades concretas. “Sumapaz para porque, de todo el Distrito, es la única localidad que es totalmente rural, pero está muy abandonada, con problemas grandes como el transporte. Los campesinos no pueden competir en precios con los otros campesinos. Una mujer que vaya a sacar quesos de San José, que está a siete horas del casco urbano de Bogotá, pues el transporte se le aumenta bastante. Además, las carreteras están muy mal por la problemática de la militarización que hay, no pueden pasar a cualquier hora y son requisados. Todas esas dificultades que se presentan hacen que se eleven los precios y no puedan competir”, se lamenta Rosa Bautista.

Foto: El Espectador

La presencia estatal en el Sumapaz se refleja en la cantidad de fuerza armada, no en condiciones de vida dignas para la población según denuncia Rosa: “El hecho de que no hayan hospitales es una forma de violencia y es una crítica que se ha hecho muchas veces. Si todo lo que se invierte en el Ejército se invirtiera en un buen hospital… En el Sumapaz no hay un hospital de tercer nivel, hay hasta segundo nivel que es el Nazareth y una UPA (Unidad Primaría de Atención) en San Juan. Hay ambulancias pero es bastante complicado. Para un parto, por ejemplo, les toca venirse uno o dos días antes, muchas mujeres han dado a luz en las ambulancias porque no alcanzan a llegar, porque hay veredas que están a cinco, seis o siete horas de los centros poblados”.

Otro factor que impulsa la organización campesina en este momento es el propósito de declarar en el Sumapaz una Zona de Reserva Campesina, objetivo apoyado por el alcalde actual pero “hay una problemática con el gobierno porque no lo considera conveniente por el gran negocio que hay con EMGESA (Empresa Generadora y Comercializadora de Energía) que quiere construir allí una represa. Eso genera muchos problemas porque el Estado insiste en que ya no va a declarar más Zonas de Reserva Campesina, que no puede continuar con esa figura”, afirma Rosa Bautista.

Para esta lideresa la participación del Sumapaz en el paro es una manera de visibilizar toda la problemática que vive la localidad: “Los campesinos y campesinas del Sumapaz vienen de todo este proceso histórico de resistencia y resiliencia frente a toda esta problemática que se vive allí. Sabemos que es más una cuestión de poder, una cuestión económica por los grandes recursos naturales y es por lo que quieren sacar a las campesinas y campesinos de allí”.

Las mujeres del Sumapaz

En los diversos conflictos que se han presentado en el territorio fueron las mujeres quienes se “quedaron al frente de las casas, de la tierra y con sus hijos porque los hombres tenían que desaparecerse durante el día o si no eran encarcelados, torturados o asesinados”. Años después comenzaron a organizarse como respuesta a la situación de violencia y por la defensa de los Derechos Humanos. Desde hace aproximadamente una década han incluido en su trabajo la defensa de los derechos de las mujeres.

La organización social de mujeres ha contado con el apoyo de las alcaldías locales desde hace tres administraciones. “Fortalecieron todo este proceso político de organización social al nivel de la administración, con fondos y con la capacitación a las mujeres; en este momento las mujeres se mantienen en sus procesos de organización”, afirma la referente local de la Parcela de Igualdad.

Además Rosa cuenta que ha aumentado la participación política. “Hay bastantes lideresas y hemos logrado sacar a tres mujeres ediles. Anteriormente esos puestos eran solo de los hombres. En el proceso para la terna para alcalde o alcaldesa, se presentaron varias mujeres de la localidad”.

Para las mujeres del Sumapaz las actuales conversaciones de paz entre el gobierno y las FARC-EP, no funcionan sin la real participación de la comunidad, como lo expresa Rosa: “La paz desde acá no se ve como negociación sino como un compromiso de solucionar una cantidad de problemáticas sociales que no nos las van a traer escritas en un sobrecito desde La Habana, ni van a llegar por milagro acá si no que es todo un proceso que debe hacerse a nivel social”.

Para alcanzar la paz las mujeres piden condiciones de vida dignas para el campesinado y el cuidado y la conservación del páramo. Sueñan una paz donde tengan la garantía de sus derechos.