Gabriela Eraso Villota
Entrevista a Nancy Sánchez, Coordinadora de la Alianza de Tejedoras de Vida
La Alianza de Tejedoras de Vida del Putumayo, es una asociación que agrupa a 65 organizaciones de mujeres de este departamento fronterizo que, desde hace 13 años, promueve el respeto por los derechos humanos con una perspectiva de género. Una labor por la que están recibiendo amenazas de actores que tienen como objetivo acabar con las lideresas y líderes que defienden su territorio. Ante la incapacidad y la falta de voluntad del Gobierno de garantizar la seguridad de las y los defensores en Colombia, las mujeres buscan nuevas estrategias para que sus luchas no cesen.
Nancy Sánchez, coordinadora de la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida, explica cuáles son las medidas de protección que ellas, junto a otras aliadas, están planteando para garantizar su propia seguridad y continuar con su labor como constructoras de paz. Medidas que, según señala, necesitarán más voluntad política que grandes armamentos o esquemas de seguridad.
¿Cuál es su evaluación del contexto de las defensoras y lideresas del Putumayo?
Nancy Sánchez: Lo que se está viviendo acá en el Putumayo es muy complejo. Se han identificado nuevos grupos armados, la presencia de carteles de México en esta zona, paramilitares y otros que se hacen llamar disidencias de las FARC. Hay mucho movimiento de muchas partes de los actores, tanto de narcos, como de los paramilitares que están delinquiendo desde la cárcel (…) Se ha identificado gente que ha regresado a la zona del Bajo Putumayo porque estos corredores son estratégicos para cualquier tipo de economía ilegal, entonces, esto ha generado una serie de amenazas contra las mujeres. Es una mezcla de todo aquí, entre narcos, disidencias y paramilitares que aún siguen en su política de exterminar líderes
¿Cuáles son los liderazgos que sufren más riesgos?
N.S: Entre los liderazgos que están siendo más amenazados están, por ejemplo, mujeres y hombres que lideran los procesos de sustitución de cultivos de coca (…) y organizaciones de mujeres que lideran procesos para llevar el Estado hacia los territorios que eran dominados por actores armados En un contexto de conflicto armado las mujeres son mayormente afectadas por todo tipo de violencias. Aquí ser mujer, ser bonita y ser joven ya es ser objetivo militar de todos los actores armados o narcos. Además de eso, aquí vivimos en economías ilegales que intensifican estos patrones de violencias contra las mujeres.
Y bueno, ser mujer líder es doblemente complejo porque desafía esos patrones, desafía esos poderes locales y, obviamente, ese desafío trae mayor perversidad a la violencia contra ellas. De ahí la pregunta, ¿por qué usaron contra Deyanira* la desaparición forzada? ¿Por qué sencillamente no la mataron, como están haciendo con tantas personas? ¿Por qué no les dejaron a sus familiares ubicar el cuerpo y hacer su duelo? ¿Por qué usan un crimen tan perverso que no sólo afecta a la familia, que está muerta en vida, si no que afecta todos los liderazgos y a la organización?
En esta zona del Bajo Putumayo, hay muchas organizaciones de mujeres que han asumido todo el liderazgo de construir, de tejer todas estas comunidades agobiadas que fueron victimizadas durante el conflicto armado y ellas son el canal para llevar programas como el de Unidad de Víctimas y la Unidad de Tierras, cooperación internacional, agencias de Naciones Unidas… Ellas tienen un liderazgo reconocidísimo en la zona que afecta a estos actores armados. Nosotras, en las Tejedoras de Vida, hicimos muchas denuncias acerca de varias lideresas; 14 de ellas fueron amenazadas telefónicamente. Al principio parecían extorsiones, pero luego las amenazaban también por su liderazgo.
¿Cuál es su lectura frente a las acciones y medidas de protección adoptadas por el gobierno?
N.S: Tengo doble versión: por un lado, estoy en total desacuerdo con esas medidas duras de protección de la UNP (Unidad Nacional de Protección) que no sirven para nada. Eso de brindarle a una lideresa como alternativa de protección un carro blindado o un chaleco o escoltas, no tiene ningún sentido, además es muy masculino. Tal vez para los líderes hombres esta modalidad sí es aceptada, tener ese espectáculo cada vez que se trasladan de un lado a otro o que los acompañen hombres armados. Eso les da poder.
En el caso de las lideresas, especialmente rurales, tener un chaleco genera mayor riesgo. Entonces, creo que en eso, el gobierno debe repensar estrategias con perspectiva de género.
Por otro lado, en instituciones como la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo, los enlaces de género y las personas responsables de la seguridad de las mujeres proponen acciones interesantes para integrar la visión de las lideresas en estas medidas de protección.
Llevamos un proceso muy interesante liderado por Sisma Mujer que nos ha conectado con toda esta institucionalidad. Estamos experimentando aquí una prueba piloto de una Mesa de seguridad para las mujeres, construyendo con ellas qué alternativas de protección pueden mejorar la seguridad de las mujeres en muchos lugares aquí, en el Putumayo.
¿Cuáles son esas medidas de protección propuestas por la Alianza?
N.S: Estamos en ese proceso de crear un mecanismo participativo donde las mujeres construyan sus iniciativas de protección. A raíz del caso de Deyanira, y liderado por Sisma Mujer, se convocó la Mesa de Garantías y Seguridad en el Putumayo con una perspectiva de género y, de esa reunión, aquí, en Puerto Asís, que fue el 5 y 6 de julio de este año, nació la idea de conformar una Mesa de Trabajo de Seguimiento a las Situaciones de Seguridad de las mujeres, con participación de todas las organizaciones de mujeres, representantes indígenas, afros, de las Tejedoras, de la Ruta, otras organizaciones y la fuerza de las mujeres acá.
Con ellas se hizo un ejercicio identificando cuáles consideran que son los riesgos y cuáles pueden ser, para ellas, las medidas de seguridad adecuadas. Eso lo estamos trabajando, pero es un mecanismo que creemos que, de la mano de instituciones del Estado, como la Defensoría, la Procuraduría, la Gobernación y las diputadas, se pueden generar canales de comunicación y planes de acción más efectivos frente a posibles hechos de violencia o amenazas a las lideresas. De esta forma intentamos construir una estrategia más integral de protección y no sólo limitada a esos mecanismos duros de la fuerza armada o militar.
En la Mesa, en interlocución por ejemplo con la institucionalidad y la comunidad salieron ideas como una red de comunicación de teléfonos con WhatsApp de seguridad, donde se den recomendaciones o se hagan alertas tempranas. Hay muchas ideas que surgieron en este primer encuentro y que se van a trabajar en el segundo encuentro. Creo que hay que pulirlas y demostrar que hay alternativas sencillas y no tan complejas para generar seguridad.
En este sentido, entre las propuestas identificadas por las mujeres para su protección, se planteaban, por ejemplo, cosas que para el Estado pueden ser muy fáciles, como iluminar un lugar para que ellas se sientan muy seguras. Por ejemplo, nos comentaba una señora afro: “Pongan una luz donde ya han ocurrido como cinco casos de violaciones a mujeres y a niñas”. O ampliar la cobertura del celular en una zona realmente compleja donde están sucediendo cosas graves. Son cosas que se pueden hacer y que es más voluntad política que otra cosa.
Yo ya estoy agotada de los mecanismos tradicionales de seguridad, no quiero mandar otro oficio más denunciando casos de amenazas de otros porque ese oficio recorre aquí en Mocoa todas las instituciones, va para Bogotá y se me devuelve como a los cuatro meses preguntándome ¿dónde está la amenazada y qué medidas hemos tomado para su seguridad? En muchas ocasiones, siento impotencia por no tener el recurso para sacar a una mujer en un momento difícil, por no tener la disponibilidad presupuestal que podría acelerar la protección y salvar vidas. Una de las necesidades más urgentes es poder contar con un fondo de urgencias para las mujeres y sus familias. ¡Ellas no salen nunca solas, jamás! Eso es perspectiva de género y hay que considerar, también, ese tipo de opciones.
¿Cómo han recibido estas iniciativas en su comunidad?
N.S: Pues las organizaciones de mujeres recibieron la iniciativa de la Mesa de Seguridad con mucha fuerza. Asistieron a la primera sesión muchas más mujeres de las que pensábamos, con un interés altísimo, realmente muy preocupadas por lo que está pasando en sus comunidades, la estamos construyendo, hay que ponerle dientes, herramientas y poder responder a los desafíos del Bajo y Medio Putumayo..
¿Cómo lidian con el miedo y el riesgo de ser defensoras?
N.S: ¿Qué hacemos para lidiar con el miedo? Esta sí te la debo ¿vale?
*Deyanira Guerrero Tovar, es una lideresa integrante de la organización de El Placer, municipio de Valle del Guamuez. Miembro de la Alianza de Tejedoras de Vida, se encuentra desaparecida desde el 2 de mayo del presente año. Deyanira había sido amenazada a través de panfletos que circulan en el Bajo Putumayo. https://bit.ly/2K6wDrc